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Las reglas de la urbanidad en la sociedad moderna

de Jean-Luc Lagarce

Texte original : Les Règles du savoir-vivre dans la société moderne traduit par Ingrid Pelicori

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Las reglas de la urbanidad en la sociedad moderna : Extracto 1 : Principio - Nacimiento

La Dama

Si el chico nace muerto, nació muerto, de cualquier modo, de todos
modos, hay que declarar su nacimiento,
declarar su nacimiento y declarar su muerte
y un médico deberá atestiguar que la muerte precedió al nacimiento.

Así es como empieza esto.

Si el chico nace vivo, nació vivo, si el chico está vivo,
a veces pasa que eso pasa,
si el chico nace vivo, su nacimiento se debe declarar en la municipalidad del
lugar donde la madre dio a luz.
La declaración debe hacerse dentro de los tres días siguientes al parto,
después ya sería demasiado tarde, la inscripción de la partida de nacimiento,
sólo se conseguiría al precio de mil molestias, mil gastos, lo que no es desdeñable,
e incluso penalidades que el código dictamina.

Esta obligación,
la inscripción en la municipalidad del lugar,
esta obligación pertenece al padre. Le corresponde a él.

Si el padre no puede presentarse y tampoco otorgó un poder,
Si está enfermo, ausente –no es desdeñable– o muerto –es posible–,
la inscripción la va a hacer el médico o la partera, los que atendieron a la madre,
o cualquiera que hubiera asistido al parto,
no sé, el que sea.

Cuando nacen mellizos,
cuando hay dos mellizos, si los chicos nacen mellizos y siguen viviendo los dos,
se debe,
se deberá,
se debe dar a conocer el orden en que nacieron,
para que pueda establecer, cuál es el mayor, quién es el mayor,
cuál es el mayor de los dos.

Si el padre, también en este caso, y para chicos mellizos, mellizos que nacieron


vivos, más aún, a doble título, para ser precisos, si el padre no puede presentarse

a la municipalidad y tampoco otorgó un poder, si está enfermo, ausente,
–no es desdeñable–, o muerto, es posible,
la inscripción la hace el médico o la partera, o incluso ambos, o cualquiera que
hubiera asistido al parto,
no sé, el que sea.
Si alguien encontrara de repente un chico recién nacido,
“así como así”, no sé, en cualquier sitio, en la calle Saint-Vincent-de-Paul,
debería inscribirlo inmediatamente, ya sea que el chico haya nacido muerto,
vivo o mellizo, a doble título, la misma historia, el método es el mismo.

En el momento de inscribirlo, se presenta el chico a la municipalidad,
a fin de que el empleado del registro civil pueda allí constatar el sexo,
diferenciar el nene de la nena y viceversa.
Con eso no se juega.

Para registrar la partida, en las condiciones requeridas, –nacionalidad francesa,
aptitud para firmar, lógicamente, domicilio en el distrito del lugar en el cual se
establece la partida–
para registrar la partida, inscribir al chico, es indispensable la presencia de dos testigos.
Siempre lo fue y lo será por mucho tiempo.

Por lo general, al primer hijo, se le da por padrino a su abuelo paterno,
por madrina, a su abuela materna.
El segundo hijo, tendrá por padrino a su abuelo materno, por madrina a su abuela paterna.
Y así se sigue, en las dos familias, por rango de edad y alternancia de sexo, si fuera posible.
No es complicado.

Pero si se quiere reflexionar al respecto, y para eso estoy aquí, es una costumbre deplorable,
no puedo decir nada menos, y explico porqué.
Padrino y madrina son y fueron siempre sustitutos del padre y de la madre,
y nada más que eso, y si ya son viejos, como es de temerse y de imaginarse con los abuelos,
el chico corre el riesgo de perderlos muy pronto, y perder al mimo tiempo,
y de hecho, el apoyo que quisieron darle.
Es prudente, entonces, va a ser prudente, y ésta es mi reflexión, elegir padrino y madrina que le puedan servir al chico más tarde.

Garantizar de esta manera, como dijo el poeta Víctor Hugo, los relevos de la existencia.
Proponer entonces, padrino y madrina más jóvenes, llenos de vigor y esperanza,
multiplicar los regalos que vendrían de abuelos dejados al abandono y evitar los duelos fastidiosos.

Así es come sigue esto.

Traducción de Ingrid Pelicori (Argentina)


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