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Music-hall

+ d'infos sur le texte de Jean-Luc Lagarce
mise en scène François Berreur

: Presentación

Cuando creamos Le Voyage à La Haye (El Viaje a la Haya) se planteaba la pregunta (nos preguntamos) : ¿Cómo evocar el espectáculo en este cuento que evocaba la vida de las giras? En un otro texto, Music-Hall, Jean-Luc Lagarce había elegido la canción De temps en temps" (De vez en cuando) interpretada por Joséphine Baker para evocar el mundo del espectáculo. Hemos confiado en el autor y elegido esta misma música para los arreglos músicales de la obra Le Voyage à la Haye (El Viaje a la Haya). Hemos presentado este espectáculo más de cien veces; arrullados por esta música, hemos recorrido decenas de miles de kilometros, comido tarde en la noche en el último restaurante aún abierto de decenas de ciudades. Era inevitable que naciera el deseo de contar esta historia, la historia de esta Fille (Niña) y de sus dos Boys, eternamente en gira, y de aquella noche, a la espera de un público hipotético, pero siempre actuando, ensayando, listos para el día de Godot.
Y por supuesto Hervé Pierre quien sostiene tan maravillosamente Le Voyage à La Haye (El viaje a la Haya) quiso leer todo lo que Lagarce había escrito y después de la lectura de un pequeño cuento, Le Bain (El Baño), tuvo el deseo de decirlo, el deseo de contar este episodio secreto con G., esta noche de amor y de desesperación, como una inmersión todavía más profunda en el corazon de lo más íntimo de un poeta, de cada uno de nosotros. Y que tal si A. y E., los actores en gira del Voyage à La Haye (El viaje a la Haya) fueran los dos Boys, con la Fille (Niña), atravesando como en un nuevo episodio las ciudades ya visitadas, descubriendo otras y contando una vez más esta historia como quien fuera paseando en su propio imaginación, como explorador y director de su propia vida... uno juega y jugando, uno dice una verdad más verdadera que la verdad. (una realidad más real que la realidad).


François Berreur, Enero 2001



Se trata meramente de aceptar el peligro de no volver a recurrir jamás a nuestras certidumbres. No tener ningun miedo y vernos bajo las temblorosas luces del escenario y en las vacilaciones de nuestra atención. Caminar a paso de gato por la fragilidad de la luz que separa el sueño de la vigilia, la sala de la escena. Anticiparnos tal vez a nuestra propia imaginación, adentrarnos en nuestra propia novela, traspasar esa frontera donde se encuentran los espectadores para, de cara a la luz, ser los actores del cuento. Y como en un libro en el cual pudiéramos entrar, entrar en la historia como quien penetrara en el escenario, adentrarse en la novela como quien viaja en pensamiento por las palabras y las frases, ponerse los vestuarios de teatro y convertirse en los personajes, aprestarse para un desfile, la idea de la infancia, quien fuera paseando en su propio imaginación, como explorador y director de su propia vida... uno juega y jugando, uno dice una verdad más verdadera que la verdad. (una realidad más real que la realidad)
Y cuando llegue el sosiego en el que el sueño se apaga y en el que los muertos se levantan y los actores saludan, y cuando llegue a los sentimientos la calma, cuando éstos recobren su curso, quedara todavía como un ligero dolor, una pequeña muerte, el recuerdo de este tiempo de lo falso, y la inconfesada esperanza de que esta nueva vida será el comienzo de una nueva obra más, la entrada a otro sueño, todavía más grande que los demás y que los reuna a todos, hasta el infinito, para siempre.


A propósito de l'Illusion comique (La ilusión cómica) JEAN-LUC LAGARCE, octubre 94



Una noche, saliendo de la estación de trenes de Besançon (Doubs), vi alejarse bajo la nieve al cantante Ringo Willy Cat, cargando sus maletas e ignorando a los taxis, el mismo que se había casado con la cantante Sheila, quien fue una gran estrella como decíamos, que cantaba con él cuando se casaron "Laisse les gondoles à Venise..." (Deja las góndolas en Venecia) - mi hermano y yo retomábamos el estribillo en coro - que venía por dos noches, un viernes y un sábado, a cantar sus antiguos éxitos en un club de strip-tease de esta fría ciudad del Este.


Una vez, y esto fue en Morez (Jura), el director del salón de baile nos explicó que la semana anterior, otros tuvieron más suerte que nosotros al ver una lucha libre feminina arbitrada por un enano.


En Italia, en Aoste (Aoste), nevaba y mientras comíamos los tres juntos en un restaurante desierto, abandonados incluso por los que nos habían invitado, los meseros y cocineros miraban en la televisión un juego de gritónes y colorado. En un barco, a lo largo de Grecia, una mujer gorda volvía a su lugar por segunda vez, los actores la veían pasar lentamente con una copa de Martini en la mano. Un niño vino a jalarme de la manga entre dos escenas detrás de la tapadera y me dijó : "- ¡ Esto va demasiado rapido, no entiendo nada ! ".


Otra vez, y afuera azotaba con furia una tempestad, un charlatán, que no conocíamos, vino a decirnos que íbamos a estar muy chistosos, y nosotros detrás del telón nos pusimos a temblar de miedo. El techo era tan bajo - ya no me acuerdo bien- el techo era tan bajo que la actriz decidió no ponerse sus tacones altos por miedo de tocar los reflectores con su chongo alambicado.


La última vez - y esto fue como un sueño -, me había equivocado de puerta y había entrado por la puerta central, del fondo del inmenso escenario del Châtelet, frente a una sala vacía pero totalmente iluminada y me quedé petrificado.


Detrás de un telón, una vez, y hablabamos de actores una vez más, una cantante se deshizo en lágrimas inmediatamente después que cayó el telón y la sala entera la escuchó y soltó una carcajada. Una actriz, pero eso me lo contó alguien, se equivocó de ciudad en una gira y llegó al comienzo de la noche a la puerta de un teatro cerrado mientras que la tropa entera la esperaba a cientos kilometros de ahí.


Jean-Luc Lagarce octobre 1989

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