el hombre

Prologo.

El hombre.

Una noche, el primer hombre está solo, se olvida, no se sabe que es de él, que fue de él.

Qué fue de él.

«¿Qué edad tiene?»

El hombre, una noche...

Es la historia de dos hombres y una mujer.

la mujer

Ella, la mujer (yo), ella, ríe imperceptiblemente. Quizá –no se la distingue bien– quizá llora también, a penas, es posible.

el hombre

Una noche.

Una noche, él, el hombre.

(Es la historia de dos hombre y una mujer.)

Él, el hombre.

la mujer

Tú.

el hombre

Exacto. Yo.

El hombre, él, yo –no empieces a confundirme– el hombre deja su casa,

deja la cama donde dormía,

las deja tras él.

Les abandona. (La idea.)

Camina en la oscuridad, a través de las calles.

No se sabe por qué toda la ciudad está oscura, eso parece,

toda la ciudad está oscura.

Es en la ciudad donde sucede todo esto,

la ciudad tal y como era antes.

Quizá

-eso piensa él–

quizá él no comprende, quizá no comprende,

quizá no hay nadie más.

Todos los habitantes se habrán ido –una historia así– todos los habitantes se habrán ido sin dejar dirección,

nadie más,

todos se habrán marchado sin saberlo, sin haberle dicho nada.

Nunca se me avisa.

Se habrán escapado

–eso piensa–

se habrán ido sin avisar.

O quizá mejor, duermen, es más sencillo, sólo él puede imaginar algo más complicado,

duermen, es posible, verosímil, duermen y callan.

Él, el hombre, piensa que no regresará, que toda esta historia ha terminado,

hace frases, se lo dice a si mismo

que toda esta historia ha terminado.

Qué envejece –de eso hablo– que también envejece, en ese preciso momento, el paseo por la ciudad, la noche, sobre todo envejece.