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Estaba yo en casa y esperaba que lloviera

de Jean-Luc Lagarce

Texte original : J'étais dans ma maison et j'attendais que la pluie vienne traduit par Armando Partida Tayzan

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Estaba yo en casa y esperaba que lloviera : Extracto 1 : el principio

La Primogénita Estaba yo en casa y esperaba que lloviera.
Miraba el cielo como lo hago siempre, como lo he hecho siempre,
miraba el cielo y miraba otra vez el campo que desciende suavemente y se aleja de nuestra casa, el camino que desaparece en el recodo del bosque, allá.


Yo miraba, era al atardecer y es siempre al atardecer cuando miro, es siempre al atardecer cuando me detengo en el umbral de la casa y miro.
Estaba ahí, de pie como siempre estoy, como siempre he estado, me lo figuro,
estaba ahí, de pie, y esperaba que lloviera, que la lluvia cayera sobre los campos y los bosques y nos sosegara.
Esperaba


¿Qué no he esperado siempre?


(Y en mi cabeza, otra vez, he pensado eso: ¿qué no he esperado siempre? y eso me hizo sonreír, de verme así.)


Miraba el camino y divagaba por igual, como divago a menudo, al atardecer, cuando estoy en el umbral de la puerta y espero que llueva,
divago, otra vez, sobre los años que hemos vivido ahí, todos esos años así.
Nosotras, ustedes y yo, las cinco juntas, como siempre y como hemos sido siempre, en eso divago,
todos estos años que hemos vivido y que hemos perdido, porque los hemos perdido,
todos estos años que hemos pasado esperándolo, a él, al hermano menor, después de que partiera, se fugara, nos abandonara,
después de que su padre lo echara,
el día de hoy, precisamente este día, pensaba en eso, en este día precisamente, pensaba en eso,
todos esos años que hemos perdido sin movernos, esperando…


(y así, otra vez, puede ser, me puse, una vez más, a reír de mí misma, de verme así, de imaginarme así, y el reír así de mí misma me llevó al borde de las lágrimas, y he tenido miedo de desmoronarme)


todos estos años que hemos vivido esperando y los hemos perdido otra vez, sin hacer otra cosa que esperar, y sin poder lograr nada, jamás, y estar sin otro fin que ése,
y he divagado, precisamente en este día, si, en el tiempo que podía haber pasado lejos de aquí
haberme escapado,


el tiempo que pude haber pasado en otra vida, en otro mundo, es lo que me imagino, sola, sin ustedes, las otras, allí, sin todas ustedes,
todas,
todo ese tiempo que pude haber vivido de otra manera, sencillamente, sin esperar, sin esperar más, a moverme por mí misma.


Esperaba la lluvia, esperaba que cayera,
esperaba, como, de cierta manera, siempre he esperado, esperaba y lo vi,
yo esperaba y de pronto lo vi, a él, el hermano menor, dar la vuelta y subir por el camino hacia la casa, yo esperaba sin esperar nada preciso y lo vi regresar, esperaba como he esperado siempre, después de tantos años, sin esperanza, y ha sido en ese momento exacto, al caer la tarde, ha sido en ese momento exacto,
que apareció, y que yo lo vi.


Un automóvil lo deja y él camina el último centenar de metros, su morral sobre la espalda, en dirección mía.


Lo veo venir hacia mi, hacia mi y esta casa. Lo veo.


No me movía pero estaba segura de que era él, estoy segura de que era él,
regresaba a nuestra casa después de tantos años, para siempre,
siempre nos habíamos imaginado que regresaría así sin avisarnos, sin gritar ¡cuidado! y hacía lo que yo siempre había pensado, lo que siempre nos habíamos imaginado.
Miraba delante de él y caminaba calmadamente sin darse prisa y sin embargo parecía no verme,
y ese, el hermano menor, por quien tanto he esperado y perdido mi vida
la he perdido, sí, ya no tengo duda, y de una manera tan inútil, ahí, desde ese momento, lo sé, la he perdido
ése, el hermano menor, retornado de sus guerras, lo veo finalmente y nada cambia en mi,
estaba sorprendida de mi propia calma, sin grito alguno como lo había imaginado siempre y como todas ustedes se lo han imaginado, siempre, que impondré, que ustedes impondrán, nuestra versión de los hechos,
sin grito alguno de sorpresa o alegría,
nada,
lo veía caminar hacia mí y yo divagaba que él regresaba y que nada sería diferente, que yo me había equivocado.
Sin solución alguna.


(…)


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